viernes, 29 de septiembre de 2006

El viento que agita la cebada

He vuelto al cine, más de dos meses después.

"El viento que agita la cebada" sopla en la verde y hambrienta Irlanda de los primeros veinte, una posesión más del Imperio británico. En un clima de miseria y represión nace el IRA. Ken Loach narra el desencuentro de dos hermanos, Teddy y Damien, unidos en la lucha primera y separados más tarde, cuando a uno contenta el Estado Libre concedido por Londres y el otro no se pliega al cambio de uniformes. Me ha gustado, aunque con Loach ya se asume que la película tendrá algo de panfleto político, y no ha dejado de obsequiarnos con una exaltación de las bondades del socialismo. Me quedo con el dulce gaélico resonando en las cabañas rurales de la entrañable Irlanda.

Podría, pero no

A estas alturas de la insomne madrugada podría amasar el pan mío/nuestro de cada jueves, cuando los milagros no existen en la corte de los milagros. Podría relatar con épicas palabras cómo la Vera Cruz ha ido despidiendo a sus habitantes de siglos rumbo a esa exposición que tantas horas nos ha llenado (¡gracias, Raúl!). Podría irme a la cama y firmar con la almohada una paz sin condiciones, un sueño instantáneo y profundo.

Pero me acuesto sufriendo/contemplando una infeliz búsqueda de lo inencontrable, trufada de placeres plurales, avivando/combatiendo los rescoldos de aquella hoguera. Después de todo, no éramos/somos tan distintos. Sin diagnóstico aún, habrá que probar la medicina de los abrazos.

martes, 26 de septiembre de 2006

Camino Soria

Camino Soria me ha llegado una voz añorada y como siempre entusiasta; y pensar que no la reconocía en el primer instante... Pronto las interferencias me hicieron imaginarla en ruta, para no perder la costumbre. El eco de esa voz me acuna esta noche, y salpica de verdor inesperado los primeros sueños del otoño. Don Antonio, con la venia...






Antes que el río hacia la mar te empuje

por valles y barrancas,
olmo, quiero anotar en mi cartera
la gracia de tu rama verdecida.
Mi corazón espera
también hacia la luz y hacia la vida
otro milagro de la primavera.


jueves, 21 de septiembre de 2006

El Unamuno de los zuecos blancos


Setenta años después, Unamuno en las aulas; por lo menos, en la mía. Y aunque no alumbre sobre filosofía ni se explaye en griego, sí me resulta agradable escucharle cómo el queratinoblasto se convierte en queratinocito, o cuando nos plantea que si tenemos 100.000 pelos y estos crecen durante 2 o 3 años, a razón de 1 mm cada tres días, pero contando con que no todos están en la fase anagen, le digamos... ¿Qué ha preguntado por fin? Ya no lo recuerdo exactamente, la cuestión se ha perdido en la locuacidad de este Unamuno de hoy que confiesa que siempre tiene los zapatos muy sucios, y por eso se trae los zuecos hospitalarios a la facultad.

martes, 19 de septiembre de 2006

Primeros compases

He vuelto. No dejé rastro cuando me marché, y ahora en cierto modo me arrepiento. Después de todo, aunque fueron apenas tres semanas, le tomé cariño al epílogo de "Algunos días sin nombre". A veces releo esos 12 post, inquilinos de la caja negra, versión moderna del tercer cajón. Creo que sólo se asomaron Elena y Cle. Han transcurrido diez meses desde entonces, y ocurrido tantos episodios... El caso es que he vuelto. No sé si, como esperaba Flanagan de la deliciosa Clara Longo, "el rumor de sus pasos será el anuncio de su llegada". El sigilo es tan perfecto...